
Al Maestro…. Daniela Branchifortti
La palabra de Dios dice:
«Y los tuyos edificaran las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.
«Isaías 58:12.
Has sido llamado para desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo.
¿Qué clase de ligaduras y yugos? La miseria, el abandono, la injusticia, la violencia, el desamparo, la angustia, la tristeza, el resentimiento, la falta de amor que hoy se apoderan de miles de niños que todavía no conocen a Jesús y que sólo pueden ser rotas con el poder de su palabra.
Dios mismo te ha escogido para que compartas tu pan con esos niños hambrientos y ¿Qué mejor pan que Jesús?
Un Jesús que conocerán no solo a través de tus palabras sino también a través de tus actitudes, tu ejemplo, tu fe, tu amor, tu vida misma, entregada día a día en el altar de Dios. Entonces, dice su palabra, nacerá tu luz en medio de esas tinieblas. ¿Qué luz? La luz de Jesús que llevas dentro por ser un hijo de Dios. Animo, porque donde está la luz las tinieblas no prevalecen.
Por eso, nunca subestimes la tarea de la que Dios te ha hecho participe, nunca dejes de agradecerle porque Él mismo ha prometido que los tuyos, sí, esos niños que te ha confiado, van a edificar las ruinas y eso significa que tienen esperanza porque alguien pensó en ellos mucho antes de que nacieran y tuvo sueños para sus vidas, de la misma forma que los tuvo para la tuya.
Y esto no es todo, porque Dios tiene sueños grandes, y la obra que Jesús va a hacer en sus vidas afectará también las generaciones siguientes.
Por todo esto, la próxima vez que te reúnas con ellos no los mires con tus ojos, míralos como lo hace Jesús.
Recuerda siempre que El quiere usar tus manos para abrazarlos, usar tu boca para hablarles a su corazón, usar tus ojos para mostrar una mirada llena de fe y amor, usar tus pies para mostrarles los pasos firmes y seguros que solo pueden dar los hijos de Dios.
Dios quiere llamarte reparador de portillos, pero eso implica asumir un verdadero compromiso y exige poner a prueba nuestra propia fe para mostrar y hacer partícipes a esos niños del evangelio que predicamos, que es poder de Dios.
No caben dudas que aunque la tarea es ardua, es también el verdadero ayuno que Dios está esperando de nosotros. Maestro, que tu luz nazca como el alba y la gloria de Jehová sea tu retaguardia.