Red de Amigas del MCTA

Pastora Norma B. Barua

En una oportunidad, mi esposo recibió en la puerta de la iglesia a una hermana que venía enfurecida, rezongando sola, con la cara con una expresión entremezclada de bronca pero también de victoria. ¿Qué había pasado?, se había peleado con su esposo justo antes de salir para la iglesia y ella a los gritos le dijo que por el «no se iba a perder la bendición». En medio de sonrisas de hazañas, mi esposo le dice a la mujer que se vuelva a su hogar y le pida perdón por lo acontecido a su esposo, cosa que en ese momento no lo efectúo, se quedó a la reunión y luego se fue con la bendición pero ahora también enojada con mi esposo. 

Gracias a Dios que después de dos meses de no saludarlo pudo entender por el discipulado de la Palabra de Dios, que no era un invento del que lo aconsejo. A vos te puede suceder, como nos ha pasado a todas, como el susurro del diablo al oído diciendo: «¿Y por qué le tengo que obedecer, si yo tengo razón?», «No me deja valorarme a mí misma». Y luego aparecen las grandes amigas consejeras que te dicen: «¡Valórate mujer!», «¿O acaso vos no tenes derecho?», «¡No te dejes pisotear!», «Se independiente, él no puede tratarte así». Y una realmente se termina preguntándose «¿Porque lo tengo que obedecer?». 

Yo lo pensé y sé que vos también en algún momento lo has pensado. Ahora la Biblia dice: «Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador, Cristo es cabeza, y la iglesia es el cuerpo. Por eso, la esposa debe sujetarse a su esposo en todo, así como la iglesia se sujeta a Cristo.» (Efesios 5:22-24 (BLA)). 

Desde el principio Dios estableció leyes, entre esas leyes después de la caída de Adán y Eva, el pone a cada uno en su lugar, castigando o sentenciando a cada uno según el justo juicio de Dios. Pero a la vez establece promesas de salvación y ordenes de convivencia, entre ellas le dice a la mujer «… tu deseo será para tu marido; y el se enseñoreara de ti…» (Génesis 3:16 (RV60)), cosa que como mujeres nos cuesta un poco aceptar. 

Ahora debemos entender que ser sujeta no es ser menos, Dios nos ha creado como ayuda idónea o complemento justo, haciéndote totalmente diferente, dando a entender que hasta la diversidad es realmente buena, sino ¿cómo podríamos relacionarnos?. Si entendemos cuán importante es esta unidad y cuan beneficiosa seria para el bien de la pareja. Vos podes ser de testimonio a tu esposo y también a tus hijos como lo fue la mama y la abuela de Timoteo, lo cuales fueron de ejemplo aunque sus esposos no era creyentes. Vos tenes que aprender a sujetarte en todo como dicen las escrituras (es sabido que si te pide algo fuera de lo establecido, los derechos cambian). 

A lo mejor te seguís preguntando «¿y por qué?». La respuesta es «por obediencia a Dios». Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo y en la obediencia esta la bendición. Si entiendes esto, tenes la victoria en tus manos y en tu hogar porque la obediencia abre los cielos a tu favor en todas las áreas de tu vida. 

Los cielos se abren por la obediencia a principios bíblicos. «Por otra parte, la esposa que es cristiana podría ayudar a que el esposo que no es cristiano se salve» (1 Corintios 7:16 (BLA)). Entonces mujer, ¿por que lo tenemos que obedecer?, porque Dios lo dice y si amamos a Dios guardaremos su Palabra.